3 de julio de 2018

Recorriendo la Costa del Continente (hasta Isla Corisco)

Para ir a Mbini, pequeña ciudad costera a 45kms. al S. de Bata hay que dirigirse al "Mercado 5" donde sale el transporte público con esa dirección. Aquí tampoco tuve que esperar mucho que se llenara el taxi.
En menos de una hora y tres controles policiales -uno de ellos en medio de la autopista, en los otros dos tuvimos que salir del vehículo y situarnos en el arcén para que nos observasen a todos y controlasen escrupulosamente mi acreditación-, llegamos a esta pequeña ciudad de algo más de 20.000 habitantes, ubicada en el delta del río Eyo (antiguamente río Benito), atravesado por un moderno puente de construcción china de algo más de 800mtsy que por la noche se ilumina ofreciendo una elegante imagen desde varios puntos de la ciudad.
Me he quedado en el hotel La Buena Madre (25.000cfa./cama doble, climatizado y baño con agua en cubos). En esta ciudad hay restricción de agua para todos los vecinos, pero no de luz que funciona las 24h..
Su ubicación es excelente, en medio de decenas de chiringuitos situados en una amplia explanada cerca del Mercado Central. Al atardecer algunos puestos de barbacoas preparan pescado o pollo a los clientes que están sentados en estas especie de terrazas, o también para quienes lo deseen llevar a casa. La música bien alta dura hasta la media noche pero se puede tolerar.
Nada más dejar mis mochilas, lo primero que hice fue dirigirme a la oficina del Delegado Local del Gobierno para dar constancia de mi llegada y dejar copia de mis credenciales, por supuesto con pantalón largo, siempre obligatorio. La desconfianza se palpa desde el principio en el trato por parte de los policías pues pocos turistas se adentran en solitario por esta parte de país, pero tras una breve charla con el comisario todo parece estar en perfecto orden. Con muy buena actitud y cordiales palabras quedo autorizado a moverme libremente por la ciudad y sacar fotos, siempre con mucho cuidadín!!.
Mbini no me pareció una ciudad interesante. A excepción de la flora y fauna a orillas del río, no tiene nada significativo. Es mas bien una ciudad de paso en la que me detengo unos pocos días para visitarla sin muchas expectativas. 
La coqueta playa que había justo en frente a esta ciudad ha sido eliminada por un Paseo Marítimo, ahora en plena construcción, que pretende imitar al de Bata. Ha jodido tanto a los chiringuitos playeros, ahora cerrados, que tenían sus terrazas con vista al mar como a los pescadores de la zona que varaban sus cayucos en la orilla y que a aquellos les vendían el pescado que servían a sus clientes que hasta aquí se acercaban para gozar de sus hermosas puestas de sol comiendo y bebiendo. Lo mismo ha sucedido con el coqueto Complejo Turístico situado en primera línea de playa donde colocaban tumbonas, sillas y sombrillas y ahora también cerrado porque las obras lo han dejado varios cientos de metros tierra a dentro.
Ni que decir que esta enorme obra cambiará la estampa tan particular que tenía en su momento la ciudad. Habría que ver el resultado, pero si finalmente sólo unos pocos paisanos pasean por la avenida como sucede en Malabo, mal asunto.
Ahora queda otra pequeña playa, algo más al sur, bastante descuidada, detrás de la enorme Iglesia de la Sagrada Familia y a la que suelen ir los domingos los vecinos a pasar el día, tras asistir a misa. Un chiringuito bajo la arboleda surte de comida y bebidas frías a los usuarios.
Pasear por sus calles apenas seduce pues las antiguas viviendas de madera, muchas de ellas bastante deterioradas, están siendo engullidas por otras nuevas y más altas edificaciones. 
El pequeño y característico Mercado Central, de construcción circular aunque ahora en estado decadente, no funciona desde hace mucho tiempo y los puestos de verduras, hortalizas y pescado están ubicados fuera, sobre la acera.
Al lado, una fila de taxis esperan a los viajeros para trasladarse a otros puntos del país.
El Ayuntamiento, una enorme edificación diáfana, acristalada, con fachada y columnas que imita al estilo griego, ahora con su frontis desaliñado por la falta de mantenimiento, es otro de los edificios emblemáticos del gobierno local. Las oficinas de diferentes ministerios están situadas en los pocos antiguos edificios coloniales que aún se mantienen en buen estado.
He parado en Mbini esencialmente para navegar y observar las orillas del río Oyo. En su largo manglar de enormes arboledas y palmerales de muy diversas especies habitan varias familias de águilas pescadoras, y otras aves interesantes. Por 20.000cfa. la señora que lleva un bar de madera muy coqueto a orillas del río en menos de una hora me puso en contacto con un pescador que me guiaría durante varias horas en su cayuco por el parque, río adentro.
Lamentablemente la vida animal ha desaparecido, o mejor dicho ha sido devorada por los vecinos que no tienen reparo alguno en reconocer, con cierta sonrisilla cómplice, que ya no hay animal alguno cerca de la ribera porque han sido cazados. Prácticamente todas las especies han desaparecido de sus orillas. Ni caimanes quedan ya. Todo se lo han comido!
Estos días la puesta del sol sobre el horizonte desde el río o la costa es espectacular por su colorido contraste producido por la bruma que flota en el aire.
Este viaje no está siendo muy cultural como me ha sucedido en los demás países africanos que he visitado ya que apenas hay resquicios de ella en este país, pero me conformo con sacar partido de otras situaciones emocionante como es el compartir horas charlando con su gente, oyendo sus particulares versiones de cómo viven el día a día en este país tan complicado no sólo para los turistas sino también para ellos. Según algunos, o están con la mayoría Fang que es la etnia dominante o lo pasan realmente mal. Vamos, como sucede en los países dictatoriales, como fue el de Franco, Pinochet, Idi Amin, los Castros o Kim Jong-un, por no extenderme mucho. En este país hay mucho chivato y hay que tener cuidado con lo que se habla.
No se puede entender las políticas africanas sin conocer antes las costumbres de las comunidades que la habitan. Todos se movilizan por sus jefes según sus etnias, sean buenos o malos dirigentes. Nadie va a votar a otro jefe de etnia que no sea el suyo. Y si así no lo hiciera correría el peligro de ser expulsados de la comunidad. Así ganó el primer presidente democrático Francisco Macías, en contra de lo esperado por los colonos, tras la independencia de España. Fue votado por los Fang, su etnia, que eran mayoría en aquella época. Y siguen siendo. Paradójicamente ordenado ejecutar por los jueces al mando de su sobrino Teodoro Obiang, de la misma etnia, tras asestarle un golpe de estado. Y es ahora a quien le votan. De esos polvos, estos lodos.
Se evidencia muy a las claras que el país está cambiando muchísimo su imagen. El presidente con asistencia de sus asesores está dando ordenes para mejorar todo el país con vista al 2020, que se espera que la nueva G.E. sea referente económico en toda África. Las ciudades se amplían, las carreteras de gran calidad se ensanchan y alargan estratégicamente para llegar a cualquier punto antes perdido o dificultoso de la geografía.
Pero hay un problema, como sucede en Cuba o Venezuela: se descuida la economía local. No hay apenas fábricas y todo se tiene que importar, por lo que los precios son muy altos para el guineano sin muchos recursos económicos. Los sueldos son bajos y el alcohol demasiado barato, con lo que esto significa!. Me da mucha pena ver en los bares desde muy tempranas horas a hombres y mujeres con latas de cervezas o tetrabricks de vino de mesa y un pedazo de pan.
A primera hora de la mañana acudí al Mercado de Mbini en busca de un taxi que me quisiera llevar hasta Kogo, o al muelle de atraque de esta ciudad donde salen los barcos de la empresa marroquí Somagec, que hace labores de construcción en Isla Corisco, mi próxima parada, en caso de llegar a la hora adecuada.
Kogo no se encuentra en la carretera principal que pasa por Mbini, ni tampoco es un destino popular demandado por estos vecinos, así que hay que pagar todos los asientos del taxi para que el chófer lo ponga en marcha. Tras regatear un poco, por 12.000cfa. conseguí transporte y que la suerte me acompañara para pillar el barco justo a tiempo de su salida. Como así sucedió. 
Llegamos una hora antes. Perfecto!, no tendría que hacer noche en Kogo pues prefería pasar varios días allí a la vuelta. Tuve que registrarme primeramente en una mesa situada en un desaliñado contenedor donde una chica de la empresa toma los datos de todos los pasajeros. Un poco más tarde un policía sin uniforme apareció de repente, me pidió mis credenciales para registrarla, con muy mala educación y mucha arrogancia, igualmente en otra hoja de papel para la oficina policial. Aquí también todo es absoluto control. Nada se le puede escapar a la seguridad nacional. Corisco está bien custodiada desde la orilla del continente. Parece que estoy en Korea del Norte. O Bhutan.
Una vez cargado el barco con una docena de camiones -llevan diariamente piedras porque allí no es posible extraerla- y unos pocos pasajeros más salimos cuatro horas antes de la marea alta para que no haya problema de atraque y desembarque en la isla.
El barco de la Cía. Somagec viaja, menos los domingos, todos los días -ida y vuelta- cargado con sus camiones llenos de piedras para el nuevo Puerto de Corisco. También suelen cargar algún coche. El pasaje es gratuito excepto los sábados. Es un antiguo barco griego bastante seguro porque parte de la navegación se realiza a través del río y luego entre las islas Elobeyes y Corisco, donde al menos estos días en las tres horas y media que ha durado el trayecto ha sido confortable.
Las vistas que se tiene de isla Corisco llegando por mar no es nada especial: una extensa línea costera, por la cara E. de la isla, repleta de árboles y palmeras hasta la orilla y pequeñas porciones de arena blanca bastante sucia que acaba en el S. de la misma, en la alargada punta de la playa Arena Blanca que destaca entre tanto verde. Ahí se está construyendo un complejo hotelero de primerísima calidad para hospedar a los visitantes que deseen disfrutar del sol y de la playa.
La autoridades han declarado hace unos años a isla Corisco como "Isla Turística" y por ello están realizando una serie de obras para atraer a todos los que estén interesados en visitar la "Joya de Guinea Ecuatorial" como es la Punta de Arena Blanca. Hay construido ya un aeropuerto internacional y otro hotel muy costoso para tal fin.
Mi intención era quedarme en alguna de las habitaciones de la vivienda de D. Santiago Hinestrosa, padre de un político nacional nacido aquí (que ha dado nombre al aeropuerto de la isla), y que tenía constancia que las alquilaba a un precio no muy caro. También que en el pueblo se encontraba el Complejo Turístico de cabañas de madera  (Islas de Elobeyes) situado en la costa suroeste con unas maravillosas vistas a una playa de arena negra. Por lo tanto podría quedarme en alguno de estos lugares.
A la llegada, Jose, el único taxista de la isla, me comentó que D. Santiago ya no alquila nada porque marchó a Bata hace tiempo y que el Complejo por falta de turismo había cerrado tiempo atrás. Pertenece, oh que casualidad, a otro político!.
Ahora mismo el único que está funcionando es el hotel Corisco, pero cuesta 60.000cfa. la noche (aprox. 90€), aunque él me podía ofrecer, como lo había hecho en otras ocasiones a turistas, una habitación en su casa bastante más económica si no quería pagar aquel desorbitado precio. Y me pareció en principio una buena idea.
Pero, vaya, como son las cosas!, el recibimiento no fue nada cordial por parte del superior de la policía local y sus secuaces!. Desconfianza, malas caras y malos modos en el trato en el momento de dirigirse a mí al pedirme mis credenciales. Comprendí desde un principio que no tienen muy claro el concepto "TURISTA". Inquietante bienvenida! Parece ser que hay que llegar con corbata y maletín!
El superior de la policía tras preguntarme mis intenciones y cuántos días me iba ha quedar me dijo que me tendría que alojar en el hotel que se ha construido para los turistas, así que llamaron a un encargado del mismo, un marroquí de la Cía. Somagec para que nos acompañara hasta su ubicación. Pues hasta allá nos dirigimos, el marroquí en su ranchera y yo en el vehículo del taxista.
Las carreteras de la isla son todas de tierra, arena blanca y piedras, muchos tramos atraviesan zonas de enormes arboledas, hay que bordear una pista de aterrizaje de un aeropuerto donde incluso puede aterrizar hasta un Airbus! pero, como el peculiar y famoso "Aeropuerto del Abuelo" (Carlos Fabra)... voilà!... ¡¡NO TIENE AVIONES!!.
Hubo un intento de implantar vuelos comerciales con varias compañías pero dejaron de volar al poco tiempo de la inauguración por carencia de pasajeros.
La parte suroeste de la isla es la habitada, dividida en varios asentamientos, y exactamente en el lado opuesto donde llega el barco. El hotel Corisco está aún más alejado de la población. Apartado. Solitario. Rodeado de vayas metálicas. Es grande, bonito, con estilo, una especie de bungalows futurista, y por dentro es una maravilla, pero... voilà, no hay nadie alojándose!!. Apenas han alquilado algunas habitaciones desde que lo han abierto. Otro despilfarro más que paga el pueblo guineano.
Pues no. Una vez observado el complejo, dónde estaba situado y el precio que piden, tras hablar con el marroquí, le dije que no estaba interesado en quedarme ahí, recluido como un poderoso en una cárcel para poderosos!. Sin acceso a pie a ninguna playa, ni al pueblo, ni a ningún bar o restaurante local. Tendría que depender de esa ranchera (previo pago) para que me trasladara a cualquier lugar de la isla, y siempre teniendo controlados mis movimientos por alguien afín al hotel y por la policía local.

Ante esa situación le dije al taxista que me quedaría en su casa, en medio del pueblo, de los bares, del par de restaurantes locales donde hay vida vecinal. Montamos en el taxi y regresamos al poblado para comunicárselo al superior, que nos estaba esperando en la carretera. Y volvió nuevamente el conflicto: gritos, amenazas, malos gestos y duras palabras a JoJo (o Jose), el taxista, acusándolo de que "me había convencido que me hospedara con él", cuando se había construido un hotel para que los turistas se quedaran exclusivamente allí. Ante esa situación tan absurda que estaba viviendo como turista a punto estuve de volverme al Puerto y regresar con el barco nuevamente a Kogo.

Finalmente, tras convencerlos con la obligación de estrecha vigilancia y responsabilidad por parte de JoJo, pude hospedarme en su casa, pero forzado a quedarme no más de tres días en la isla. Convenimos finalmente 25.000cfa./cama doble, sin luz y con agua en cubos en el baño. Era caro para lo que me ofrecía pero no tenía otra opción. Todos los alojamientos económicos habían cerrado hace años porque voilà!... ¡¡NO VIENEN TURISTAS!!
Pero bueno!, que está pasando aquí? "¡¡Os habéis comido a los turistas también!!". Qué sin sentido me parece todo!. Quieren implantar un Turismo a "su manera", un Turismo Recluido, sin contacto con los habitantes de la isla. ¿A que tenéis miedo?
Pues lamentablemente de esta manera no viene nadie porque un turismo así sencillamente no existe!. <<Han hundido la isla en la miseria!>>, palabras textuales de los vecinos. Están muy quemados de ellos. De sus formas. De su trato. Lo hablan con mucha preocupación, con mucho miedo por quién pueda oírlos.
Con Jose recorrí en bastantes ocasiones parte de la isla. Me presentó a su familia, sus amistades y pasábamos todos los días por el puesto de la Policía -que finalmente me habían dejado algo de libertad de movimiento, aunque me sentía en todo momento vigilado-. Un turista en chanclas de goma, un libro, una toalla y una botella de medio litro de agua en su mochila posiblemente no fuese tan peligroso!, habrían pensado. Pero cuidado, como me dijo Antonio, un policía raso que va siempre con dos emisoras y una tableta a todos los lados, sin parar de controlar mis movimientos, <<sí, estás con la gente del pueblo, y también observando "las cosas">>. (?) Como si me hiciera un croquis del entorno para luego atacarles... con la botella de agua!. Incluso, en una ocasión me pidió la cámara de fotos para verificar que había fotografiado. Vamos, lo normal que se hace con los turistas en cualquier país!.
Esta isla de aproximadamente 15Km² llamada por sus habitantes bengas, Mandji, y que no llega hoy día a tres centenares, está situada en el estuario del río Muni, a unos 44kms. del continente. Es llana, con colinas de no más de 25mts. de altura, y formada por diversos bancos de arena blanca que se asentaron sobre rocas de caliza y arcilla. 
En tiempo colonial fue un lugar clave en la trata de esclavos con destino a las Américas. Disponía de factorías y fincas que proporcionaban una importante actividad lucrativa. Ahora nada queda de todo ello. Si acaso las ruinas mal conservadas de unas edificaciones de los primeros misioneros que también se instalaron aquí por sus excelentes condiciones de salubridad y clima ideal.
La vida de los corisqueños en la isla, en su mayoría de la comunidad Benga -conocidos por ser buenos pescadores-, tras hacer sus diarias tareas, se lleva a cabo por norma general en los bares donde se pasan horas bebiendo y charlando. Casi todos tienen sus pequeños huertos de subsistencia de Yucas, Bananas, Mangos, Papayas, Piñas, Cebollas, Zanahorias, Pimientos picante... El resto de productos importados viene del continente, principalmente de Gabón. Los precios en las Abacerías, que a la vez en muchos casos hacen de restaurante, son casi los mismos que en el resto del país.
El domingo, que también estaba nublado fuimos a Punta Arena Blanca, en el extremo  S.E. de la isla. Nuevamente atravesamos la pista del aeropuerto para dirigirnos a esta playa donde se está construyendo un mega-complejo de cabañas de super-lujo para turistas super-ricos porque, por la pinta que tiene, es imposible que el precio baje de los 150$ la noche. A saber a qué tipo de turismo va dirigido este complejo, igualmente apartado del centro urbano y de la vida social.
Playa Arena Blanca no es tampoco una playa que se pueda considerar paradisíaca. Sí, es de arena blanca de coral, muy fina, pero las hay mejores en Gabón o Camerún sin ser tan dificultosa de alcanzar. Por supuesto que las de Fuerteventura la supera con creces.
Pues no había absolutamente nadie en toda la zona y es que desde hace años que no hay expatriados europeos ni visitando ni trabajando en la isla. Nadie del pueblo va a la playa porque no tienen medio de transporte, a no ser que vayan en taxi como yo.
Por la tarde comimos en casa de una vecina parte de una enorme pescadilla en salsa de cacahuetes con plátanos yuca, que compraron el día anterior a unos pescadores, y por la noche asistimos a una fiesta de baile tradicional benga frente a la Asociación que tienen los vecinos, cerca de la casa donde duermo, en la que pude bailar con algunas mujeres pero no sacar fotos si no les invitaba a todos a bebidas, me dijo una señora muy bien vestida que pertenece a la administración local. Ellos si podían filmar, por cierto.
Hay bastante pesca en esta isla y los pescadores con sus cayucos salen casi todos los días en busca de nuevas capturas. Los más jóvenes hacen bastantes inmersiones con fusil y siempre traen algunas piezas grande, lo venden y ya han "hecho el día".
Varios senderos se adentran en el interior del bosque de la isla que, aunque es difícil perderse, es aconsejable ir acompañado por algún vecino. Es posible observar cantidad de vida tanto de aves (águilasgarzascolibrís de diferentes colores...) como de mariposas  lagartos de varias tonalidades y tamaños, diferentes tipos de serpientes  como boas pitón, caimanes en charcas de difícil acceso, pero nada de primates porque ya los han cazado todos.
Ciertamente me ha decepcionado esta isla porque no tiene nada mas que ofrecer a los habitantes que bares de borracheras, excepto una panadería dirigida por unos musulmanes que no venden alcohol, por lo tanto no se emborrachan y el respeto es norma general. Los borrachos insisten ser invitados para beber más y más. Es tremenda la dependencia al alcohol que tiene esta gente, como otros muchos en el resto del país.
Desde primera hora de la mañana casi todos están bebiendo vino de mesa Don Simón o latas de cervezas San Miguel de medio litro, mientras se preparan para ir a realizar sus labores. A media tarde muchos y muchas ya están con los ojos cuajados de tanto alcohol sentados en los bares. Una manera perfecta de tenerlos calladitos. A gusto!. Y es que el precio es incluso el mismo que en el continente. Es lo más barato que se puede encontrar en la isla.
En los bares se habla de política pero en voz baja. Como en Cuba o con Franco hace años. Nadie levanta la voz. O nadie sabe nada!. Preferible... calladito!, que con cerveza barata todo pasa mejor!.
Los días los he pasado muy tranquilos participando en los quehaceres diarios de la población, que dicho sea de paso son rutinarios y aburridos (a ellos también les parece así), pero tiene su especial encanto al ser isleños y poder vivir de cerca, entre su gente.
Los vecinos están enfadados porque el gobierno no invierte en mejoras para la población. Dicen que están muy desatendido. Las carreteras siguen siendo de tierra, la luz viene por la noche cuando encienden el motor eléctrico y llega a pocas casas, aunque es gratis como el agua corriente.
Los sueldos de quienes trabajan en las diversas construcciones que se llevan a cabo en la isla apenas llegan a 300.000cfa., los mejores pagados. Mucha mano de obra viene de Gabón Camerún, que son ahora pobladores de paso de esta isla. Y como no tengan un lugar para residir con alguien que se haga cargo son expulsados de la isla, como sucedió en mi presencia en el muelle antes de regresar a Kogo. La policía en esta situación es muy estricta. No quieren a nadie merodeando sin trabajo.