15 de noviembre de 2018

Mercados y Manglares

Mientras me dirigía a Canchungo en Toca-Toca (500 Cfa.), me asegura una pasajera que los mercados de Bula y de Canchungo se celebran el sábado a la vez. Así que tuve que cambiar el plan de fin de semana sobre la marcha.
Estos son los más grandes de la zona y que atraen a mucha gente de poblados del oeste del país.
Tenía pues que hacer un gran esfuerzo para poder visitar los dos el mismo día así que me decidí por el más grande, el de Canchungo, quedándome a dormir en éste último.
Tuve mucha suerte en poder encontrar habitación en el hotel Mario Pereira (10.000Cfa./cama doble, baño y ventilador), pues ese fin de semana estaban todas ocupadas por decenas de jóvenes debido a unas jornadas estudiantil con entrega de orlas y fiesta incluida. Gracias al director del hotel, tras insistir un poco, ante la imposibilidad de encontrar otro lugar donde hospedarme (el otro alojamiento, el hotel  Napalach que se encuentra cerca de la estación de transportesse encontraba cerrado- me permitió dormir en una habitación para profesores que quedaba libre en una de las clases, y pude finalmente visitar el gran mercado, que se lleva a cabo en la avenida principal, de tierra, donde se encuentra precisamente el hotel.
Luego de tanto esfuerzo el mercado ciertamente me decepcionó. La mayoría de los productos a la venta son chinos, apenas hay algo tradicional: unos paños de colores pertenecientes a diferentes comunidades, trajes africanos y algo de fruta y verduras de las fincas de los habitantes de la provincia, que al igual que su Mercado Central habitual donde hay mucha más variedad estos productos se acaban por la mañana. El resto es una gran exposición de ropa, zapatos y zapatillas de plástico, utensilios de cocina y ferretería, envases plásticos y aluminio de todos los tamaños de procedencia asiática. Y cientos de personas merodeando los puestos. Mucho colorido que se diluía en alguna ocasión cuando pasaba algún vehículo levantando de la carretera una gran polvareda.
Varios almacenes de víveres, otros con alcohol, unos pocos puestos de comida, café y algún restaurante es lo poco que se puede encontrar en esta pequeña ciudad. Pasear por las calles adyacentes lleva a las viviendas más escondidas, donde los vecinos realizan sus rutinarias vidas:  gente sentada bajo la sombra de algún árbol charlando tranquilamente, chicas cargando baldes de agua, niños jugando, talleres, almacenes....
El siguiente paso fue ir a Cacheu, para visitar esta otra pequeña ciudad a orillas del río  y del Parque Nacional dos "Tarrafes" do Río Cacheu, realizar algún paseo en canoa y a pie por su amplia zona de mangles para observar de cerca la flora, fauna y algunos poblados (Tabankas) que allí se encuentran. Una zona donde predominan las etnias manjacos y balantas.
En la estación de transportes (paragem) se concentran los cacharros mas desvencijados que jamás haya visto. Ventanas sin cristales y puertas traseras abiertas ayuda a que circule el cálido aire. Y la polvareda!. El vetusto Toca-Toca que me subí (500 Cfa.) iba bien repleto de gente "enlatada" en tan pequeño habitáculo. En 90min. llegamos al final de la carretera (N.O.) que acaba en su puerto, donde atraca la embarcación que traslada a la gente a la otra orilla para que continúen camino hacia la frontera con Senegal o a otros pueblos guineanos. En el pasado fue el puerto más importante de G.B., y destacado centro del comercio de esclavos. Muy cerca se encuentra el museo de la esclavitud donde se muestra la historia y elementos procedentes del execrable negocio llevado por los portugueses, y "por la gracia de dios!". La iglesia presionada por los poderes económicos hacía oídos sordos y vista ciega mientras todos se lucraban, hasta que ya fue muy descarado y comenzaron a llover las críticas, unos trecientos años más tarde.
Allí mismo se encuentra el único hotel que hasta este momento está funcionando en Cacheu (7.500Cfa./cama doble y baño compartido. Hay dos complejos de bungalows que están cerrados y un gran hotel en construcción.
Cacheu es una ciudad pequeña, con una avenida amplia que finaliza en el río, en una de las zonas de manglar más importante del país, y unas pocas calles de tierra perpendiculares donde se encuentra el conjunto de viviendas, el mercado, algunos bares, unos pocos restaurantes locales y una pequeña fortaleza construida por los portugueses en el s.XVI. Quedan vestigios coloniales aunque algo decadentes como almacenes, la iglesia, el Palacio del Gobierno y algún que otro edificio.
Tras dejar mis cosas en la habitación me acerqué al muelle en busca de algún pescador que me pudiese llevar al siguiente día por el río en busca de "aventuras".
El Parque Nacional tiene una zona de camping con cabañas para los que se quieran quedar varios días. La comida y bebida debe llevarla el visitante porque ellos allí no hacen nada. Hay que pasar por el IBAP (Intituto de la Biodiversidad y Areas Protegidas) en Bissau, que se encarga de hacer los preparativos, avisar a los guías y canoístas que suelen ser los pescadores de la zona. Esto lo desconocía así que intenté contactar desde allí con ellos por teléfono pero como era fin de semana fue imposible hablar así que decidí hacerlo por mi cuenta y riesgo.
La entrada no se da a todos los visitantes ya que se trata del corazón del "Mato Sagrado" (bosque sagrado), debiéndose cumplir unas reglas y limitaciones que pueden variar con respecto a los acontecimientos del momento. Hasta ahora todo está muy tranquilo y no existe riesgo alguno.
Finalmente, por 70.000Cfa. (un poco más de 100€) desde la 1:30 de la tarde hasta las 6:30 conseguí contratar un canoista y un guía local, recorrimos los manglares observando las aves que allí habitan: flamencos, ibis, garzas, pelícanos, águilas pescadoras y una gran cantidad de aves mas pequeñas.
Aunque no sucedió en mi caso es posible encontrarse con animales marinos como cocodrilos, algún hipopótamo de agua salada, manatíes y delfines, pero para ello hay que adentrarse bien al interior invirtiendo mucho tiempo y dinero. 
Nos adentramos en una de las partes más interesante del Parque y en los poblados Peche, Caame, Balimbom y BeniaLlegamos hasta la comunidad Cobiana donde se encuentran varios grupos de viviendas conectadas por caminos, en el interior del gran manglar.
Desembarcamos con seria dificultad en el manglar porque nos hundíamos al caminar, alcanzamos varios asentamientos observando sus construcciones de adobe y charlamos brevemente con algunos de ellos que llegaban de realizar sus labores en los campos cercanos.
Apenas se dedican a la pesca y ya casi no visten con sus tejidos tradicionales. La ropa china o de segunda mano donada por otros países han conseguido, como sucede en casi toda África, que no se invierta tiempo en los telares tradicionales, perdiéndose en muchos lugares la fabricación artesanal del diseño africano. Es lo que tiene el ser "almas caritativas" creyendo que donando la mierda que ya no queremos nuestras malas acciones quedan perdonadas!.
Por otro lado, ya casi todos los techos de sus viviendas de adobe son de metal corrugado, gracias a los proyectos de ayuda llevado a cabo por diferentes países europeos. Es decir, por las nuevas tecnologías se pierde lo tradicional. "Lo barato sustituye a lo perecedero; la globalización cambia la tradición!".En muy pocas viviendas se ven los techos de rafia, excepto en los habitáculos destinados a las cocinas o para guardar a los animales. 
La vuelta al atardecer fue espectacular. Muchas más aves, mucho más sonido envolvente mientras retomábamos los canales de salida al río Cacheu.
En fín, se puede visitar el Parque de una forma más sencilla, a bajo costo pero, sin duda alguna, se pierde el encanto de dormir allí mismo y seguir descubriendo más encantos.
La vuelta a Bissau por la mañana en Toca-Toca fue más rápida, con menos tráfico de vehículos y gente por la carretera. Hay que cambiar en la estación de Canchungo y subir a otro "7 place" (Peugeot de 7 plazas) que me dejó cerca del Mercado de Bamdim
Nuevamente otro taxi compartido me dejó en la plaza Che Guevara donde se encuentra la Pensión Creola (15.000Cfa./cama doble y ventilador, baño y cocina compartido). Lo lleva Marcel, un suizo casado con una guineana, y es como si viviéramos en su casa. El lugar es encantador aunque algo revuelto, como la mente de Marcel!.
Mientras espero la salida del ferry hacia isla Bubaque  (Archipiélago de las islas Bijagós), he sacado el Visado guineano (45.000Cfa.) que me va permitir entrar por la frontera del N.O. del país, me he movido por los barrios cercanos y he llegado en TocaToca hasta Quinhamel donde se encuentra el Campamento Turístico Mar Azul, a orillas del río Tor, un enclave idílico entre el manglar y la salida al mar, y lugar ideal para saborear las ostras del lugar.