17 de diciembre de 2018

En el Corazón del Futa Djalon

Desde Mali ville a Labé hay una buena tirada de kilómetros que hay que realizar entre una serie de subidas y bajadas de montañas de diferente alturas. La carretera de tierra y piedras hace lenta y tediosa la circulación. Hay que esquivar una gran cantidad de socabones. 
Monté en un 7place (7 plazas), un viejo Peugeot 505 , que tardó más de una hora en llenarse. En llenarse con 10 pasajeros y dos niños en el maletero!. Aquí se aprovecha el mínimo hueco para meter a más gente posible. 
Como apenas hay controles de la policía, y si suceden, no hay problema alguno porque todos se conocen. Ni en ir en el techo sentado sobre una gran cantidad de bultos. Las vistas por esta parte el país son espectaculares, entre bosques de recargada vegetación salvaje, enormes Ceibas, precipicios inquietantes, tramos de carreteras empinados, paisanos de la comunidad Fula caminando con algún rifle de caza, o con sus azadas y machetes tradicionales de trabajo al hombro. De hecho, el trabajo en los campos se hace a mano, no hay mecanización y apenas tracción animal. Las vacas se pasean muy "a sus antojos" y ni siquiera dan leche para la población. Sin embargo toda esta región es rica en agricultura.
También se observan grupos de mujeres con coloridos trajes cargando cualquier cosa sobre la cabeza, niñas con baldes de agua también en la cabeza o leña para el fogón de casa, vehículos levantando gran cantidad de polvareda al cruzarse o adelantarnos ocasionando que entre por las ventanas y quedemos todos "empolvados".
Sigo en la región de los Fulas o Fulanis, musulmanes llegados al Futa desde el s.XV ocupándolo gradualmente hasta el s.XVIII para formar finalmente un estado teocrático centrado, desarrollando una actividad agrícola basada en el cultivo del fonio. El Arroz, el Mijo y el Maíz también lo han desarrollado gradualmente. Pero en menor medida. Así como las papas, las batatas y la mandioca.
Tienen abundante ganado, pero de escaso valor, aunque la manada es ante todo un signo de riqueza y prestigio.
Tardamos más de tres horas en llegar a Labé, a más de 900mts. de altitud, con sus numerosas paradas para rellenar el vetusto radiador.
Sus calles principales aunque están asfaltadas, muchas de las transversales son de tierra, tienen muchos agujeros y están muy sucias. Aunque hay un limitado servicio de recogida de basuras la gente lo tira todo a la calle. Miles de plásticos se amontonan en cualquier parte de las mismas.
Desde la gare voiture Daka (la estación para el transporte público que va o viene del N.) subí a un TaxiMoto (5.000FG.) para que me llevara al Hotel Tata300.000FG. con desayuno o 250.000FG. sin/cama doble, baño y ventilador150.000 /cama individual, ventilador y baño compartido, con zona de jardín y restaurante (caro), uno de los mejores hoteles de la ciudad. Y muy limpio. 
Allí hay una agencia de Futa Trecking Aventures con quienes acordé una visita en moto a la Cascada Saala (200.000FG.), a casi hora y media (42Kms.), un entorno muy agradable para pasar mejor la tarde que la mañana por la posición del sol. La confluencia de varios afluentes alimenta el río que termina precipitándose en doble caída. En la parte alta se puede bañar con toda tranquilidad.
La zona más vibrante de esta ciudad es su Mercado Central, un lugar que se llena de tanta gente que resulta hasta caótico caminar sin ser atropellado por los TaxiMotos. Un típico mercado africano centro de ventas de todo tipo de productos con gente que viene hasta de Senegal.
Al atardecer un lado de una de sus calles se llena de vendedores ambulantes de ropa usada y trastos chinos que llega a colapsar el tráfico. Desde que comienza a oscurecer todo se recoje y la gente va desapareciendo de las calles. Las tienditas de víveres (boutique), unos pocos restaurantes y los puestos de carne a la brasa son los únicos que aguantan hasta algo más tarde.
A primera hora de la mañana fui en TaxiMoto a la gare voiture del transporte que va hacia el S., para dirigirme a Pita y desde allí otro 7place hacia Ducky (45Kms.) donde se encuentra el albergue de Hassan Bah, un guía que es todo una institución. Lleva más de 20 años guiando a los turistas por esta parte del país e incluso por otras si es contratado para ello.
Como tanto el 7place de Labé como el de Pita tardaron ambos mas de hora y media en llenarse y sus continuas paradas durante el recorrido llegué a Ducky a las 15:30. Desde el cruce hasta el albergue aún quedan 2Km., y no hay ni siquiera TaxiMotos, teniendo que hacerlo a pie cargado con mis mochilas. De suerte que estamos en zona de altura (1.150mts.) y no hace calor. Tampoco mucho frío en la noche. Como Hassan no se encontraba ese día su hermano Abdul me atendió. Han fijado unos precios estándar:
45€ (cabaña Fula simple con cama doble y otra superior/baños compartido), 3 comidas y paseos por los alrededores. La mayor parte del dinero se invierte en la comunidad.
La primera salida que me propuso Abdoul fue de dos horas y media a través de un acantilado cercano (Pelal Dou) un macizo de arenisca compuesto de extrañas formaciones pulidas por el agua y el viento, con la roca Hiena en medio del valle Karé y detrás lo que los guineanos llaman el "Gran Cañón" al fondo, luego descendimos por el acantilado por una ruta entre enormes paredes de piedra en un área de jungla que llaman pasaje de Indiana John, con enormes columnas de rocas cubiertas de raíces, lianas, musgo de la gran humedad que hace y pequeñas piscinas de agua fresca. Atravesarlo es emocionante. De ahí su nombre!.
Ya de vuelta al campamento nos "cayó el sol" con unos extraordinarios colores del atardecer.
Frente a mi choza se hospeda Alix, una francesa que vino el mismo día que yo y también viaja sola. Ella viene de la capital hacia el N. para visitar también los montes del Futa Djalon.
Con ella y el guía Hallasan, hijo de Abdul, hice al siguiente día el sendero que bordea todo el acantilado Pelal Lou, un paseo que comienza descendiéndolo, se pasa junto a la enorme roca Hiena con unas fenomenales vistas del acantilado a la derecha -estuve en su parte alta el día anterior- y una amplia vaguada a la izquierda, continuamos luego descendiendo paralelo a otro acantilado (Feto Naló), aún más alto, y bajo las aguas que caen del mismo con unas espléndidas vistas del enorme valle y sus caseríos esparcidos por un amplísimo área. Continuamos el camino que sigue durante varias horas por la base del acantilado Sanpirin, de más de 250mts. de altura, marcado solamente por el paso de los turistas ya que no es zona de tránsito de los habitantes. Nos bañamos y almorzamos en una piscina natural de uno de sus manantiales, y comenzamos luego la empinada remontada por un corte de pared (Baalan) con ayuda de diferentes escaleras de ramas y estacas atadas. Tardamos en escalar esta parte algo menos de una hora para llegar a la parte superior y desde allí continuar la marcha hasta el campamento. En definitiva, un espectacular paseo quizás el mejor que he realizado hasta ahora en las 3 Guineas.
El tercer día continué yo solo con Hallasan porque Alix marchó temprano hacia Pita. Esta vez fue un paseo menos arduo, bajando otro acantilado hasta la cascada Sanpeirin y pasando por varias piscinas naturales donde nos bañamos y almorzamos. La vuelta vadeando el río Sanpierin nos condujo nuevamente al campamento a través de diferentes senderos también marcado por el paso de los turistas.
Realmente los 45€ es caro para el servicio que prestan. Las cabañas son simples, los baños sucios y las comidas muy pobre, debido a que no tiene competencia comercial. Sin embargo, Hallasan, aunque es menor de edad y no va a la escuela, conoce bien el terreno que pisa, pero desconoce la avifauna.
El siguiente destino de este viaje ha sido Pita, para ver las dos cascadas más conocidas de Guinea: Kambadaga y Kinkon.
Aunque me levanté temprano para intentar coger el primer taxi de la mañana no fue hasta más de las 9 cuando apareció el primero. Otras dos horas de fatigoso recorrido por la tediosa carretera y tras descargar en la Gare el chófer amablemente me dejó en la puerta del hotel Barry Voyages (150.000 FG./cama doble, ventilador y piscina en zona ajardinada) a 3kms. a las afuera de Pita, en una zona muy tranquila. Lo primero que hice fue pedir que contactaran con alguien que tuviera moto porque quería visitar las afamadas cascadas.
Sobre la marcha apareció Amadou un Taximoto que trabaja para el hotel. Por 130.000FG. convenimos visitar durante toda la tarde las dos cascadas.
La primera, y más espectacular, se encuentra a 1h. por una carretera de tierra y piedra entre bosques y aldeas. Tiene tres zonas bien delimitada: la primera a través de un sendero que lleva hasta un mirador sobre un risco donde se aprecia las dos terrazas con sus correspondientes caídas de agua en un entorno espectacular. 
Tomando el camino de la derecha, en una bifurcación, se llega a la parte más alta de la cascada, a la que se puede acceder fácilmente sobre la plataforma rocosa y caminar entre las piedras porque ahora hay poca agua. Un puente de cables, chapas y ramas algo deteriorado permite el paso a la otra orilla. Si se sigue el sendero de la izquierda se llega hasta la plataforma rocosa de caída del agua, una zona espectacular con extraordinarias vistas sobre la siguiente terraza y el valle al fondo.
Si se continúa el sendero que se pierde ente el espesor de tanta vegetación se podría llegar a un punto del monte donde observar más de cerca la caída de agua pero hay que invertir mucho tiempo en encontrar ese lugar porque es fácil perderse si no se va acompañado de alguien que conozca el entorno. Amadou, con cara de asustado, ni siquiera se atrevió a tocar la oxidada y desvencijada pasarela.
Regresando a la anterior bifurcación y siguiendo el camino de la izquierda se llega a un sendero estrecho que desciende muy empinado y dificultoso de caminar hasta la base de la cascada principal y la terraza de la segunda caída de agua con las mismas espectaculares vistas sobre la pileta donde cae el agua y el valle hacia donde circula.
La siguiente visita la hicimos a la cascada de Kinkon, a 11Kms. de Pita, una caída de agua de 80mts. en un estrecho desfiladero que forma terrazas entre rocas de color ocre que se funde con el negro y cae sobre una profunda pileta. Un mirador situado a media altura permite una perfecta vista de la cascada. 80mts. más abajo se encuentra una Central hidroeléctrica construida por los chinos, y algo más allá el desfiladero se abre con una asombrosa perspectiva sobre el valle Kokoulo.
Esta zona ha sido empantanada para que la central alimente a toda esta región, por lo que hay que pedir permiso de entrada a los militares que custodian el embalse y dependiendo del tipo que se encuentre y las ganas que tenga de dialogar puede cobrar entre 20-50.000FG..
El embalse contiene una gran diversidad biológica. Disfrutar del atardecer es una gozada.
Pasear por la calle principal de Pita -que es la autovía general- y por sus calles transversales de tierra, es todo un contraste de imágenes típicas de ciudad africana empobrecida con decenas y decenas de desvencijados quioscos y almacenes, vendedores y vendedoras de barras de panes que amontonan en cestas de mimbre o en cajas de cartón, puestos de comida con barbacoa, un Mercado Central muy activo...
El domingo es día de mercado semanal (lumo) en Dalaba por lo que aproveché para llegar a esta ciudad a 55Kms./1h., así que intentando ser de los primeros en llegar a la gare para subir a un vehículo que fuese hasta esa ciudad no me sirvió de nada. Más de dos horas esperé sin resultado que se llenase un coche, y ese día éramos sólo 3 (aquí meten hasta 6 pasajeros). De suerte que apareció otro que salía hacia allá, pudimos montar y por el camino fue cogiendo algunos pasajeros más. En una hora estábamos en Dalaba. Me bajé en el cruce de entrada y desde allí subí a un TaxiMoto para que me llevara al Albergue Seydi (conocido por Chez Koffi), a 2Kms. del centro, en un barrio muy tranquilo, lejos del polvoriento núcleo urbano. Aquí también hay calles de tierra roja muy polucionada.
El albergue es parte de una vivienda particular que, aunque vetusta, aún mantiene su encanto con unas vistas formidables sobre los montes cercanos. Dispone de 4 habitaciones (100.000 GF./cama doble y baño).
Lo primero que hice fue visitar la Casa Turística que lleva, junto con otros guías, Amadou, un tipo muy preocupado por el entorno y en ampliar las oportunidades de visitas para los turistas que hasta aquí se acercan. El único problema que sucede es que no consigue ayudas ni la infraestructura adecuada por parte de los políticos locales más preocupados por "SU comisión" que por el avance de la región.
Una vez concretado el tipo de paseo que íbamos a realizar el siguiente día por la mañana, me dirigí a la zona del Mercado a ver como se desarrollaba por esta parte del país. Me pareció uno de los mercados más activos y colorido de todos los que he visto hasta el momento en estas 3 Guineas. Gente de diferentes partes de la región con sus productos tanto de la tierra como manufacturados: frutas y verduras de sus huertos, tejidos, ropa, cabras, vacas y toros, productos chinos... 
Como habíamos pactado hicimos una ruta de cinco horas por los montes cercanos, el Pont de Dieu -un puente natural de piedra por donde circula el agua del río que cae en cascada en forma de pequeñas terrazas-, zonas de pinos y de bambús plantados hace años, hermosos paisajes y una mina de arena blanca para la construcción donde trabajan a pleno sol varias decenas de hombres.