3 de diciembre de 2018

Parques Nacionales del Sur

Para ir a Buba hay otra manera, mas segura, mas lenta, mas incómoda y también algo más salvaje: cruzando en ferry el río Geba hasta Exundé (1.500Cfa./1h.30min.), una pequeña localidad que se encuentra enfrente de Bissau, al otro lado del río, y continuar por una carretera de tierra en muy mal estado que lleva a diferentes ciudades del S.E. del país.
El ferry, un viejo artilugio de navegación que sale casi todos los días de la semana, a pesar de su mal estado no es nada incómodo porque el trayecto se hace ameno debido a la tranquilas aguas por las que navega.
El río es bastante ancho en esta parte porque se trata de su desembocadura, se mezcla con las aguas del mar formando llamativas figuras de tierra revuelta que emerge del fondo.
Lo peor, si acaso, es el polvo en suspensión que flota en el aire estos días no permitiendo observar con claridad las extraordinarias vistas del entorno: amplias franjas de manglar y las extensas arboledas donde habitan innumerables aves.
Al llegar a la orilla opuesta mucha gente de los poblados cercanos esperaban el desembarco de los pasajeros para subir y regresar a Bissau, muchos de ellos cargando con rollos de esteras, maletas, alguna cabra y un par de cerdos.
A un lado se congregaban las vendedoras de carne, pescado, verduras..., y algo más allá varias camionetas aguardaban retornar con nuevos pasajeros a sus destinos de origen.
Una vez cargados de bultos y todos hubimos montado y sentados en la maderas dispuestas en los laterales de la caja trasera, arrancaron. Circulamos por una estrecha carretera de tierra roja llena de enormes socabones haciendo que la conducción fuera lenta, caótica, cansina y extremadamente polvorienta.
La camioneta hizo muchas paradas en diferentes tabancas y en dos horas y media estábamos en Fulacunda, destino final -y el más cercano a Buba-, todos llenos de polvo y con el culo machacado a causa de los saltos que dábamos cada vez que pasábamos por uno de los miles de baches.
Como habíamos llegado a las cuatro de la tarde y a esa hora es bastante difícil encontrar medio de transporte para continuar, sin tiempo que perder pregunté por alguien que me pudiera llevar en moto hasta Buba. Al poco tiempo apareció un joven con una que me llevó los 25Kms. que quedaban (6.000Cfa./1h.), pudiendo alcanzar definitivamente la ciudad casi anocheciendo.
Buba es una ciudad polvorienta, nada atractiva, atravesada por una larga carretera donde se encuentran a ambos lados los diferentes barrios (conjunto de viviendas), almacenes y tiendas hasta que ésta finaliza en el río Grande de Buba.
Hay dos posibles lugares donde alojarse junto al río:
Apartamentos Boca do Río (12.500Cfa.)
y la Pousada Bela Vista (17.500Cfa.) que se encuentran justamente en la orilla, muy cerca de la Sede del Parque Natural de las Lagunas de Cufada, donde sus Guarda-Parques realizan visitas guiadas a quienes estén interesados por esta parte del país.
Opté por quedarme en la Pousada porque me permitieron hospedarme por 15.000Cfa./cama doble, ventilador y baño interior. Es un complejo turístico mucho mejor cuidado y muy limpio que el otro, con una estupenda terraza para observar el amplio manglar del río aunque los cientos de mosquitos que revolotean hacen molesta la presencia, y mucho más al atardecer.
Yo mismo hice contacto con los guarda-parque para conseguir que me permitieran acceder a la zona de las lagunas.
La Laguna de Cufada está situada en la región centro-sur del país, entre el río Corubal al N. y delimitado por parte del río Grande de Buba al S. y por el río Fulacunda (su afluente) al Oeste.
Los precios de la visita están establecidos:
Permiso de Entrada: 7.500Cfa.
Guía: 2.500Cfa.
Canoa: 5.000Cfa.
Palista de la canoa: 2.500Cfa.
Como no tengo transporte propio acordé con el guía ir juntos en su moto por 7.500Cfa.
Y hasta allí nos trasladamos por la tarde para pasear por sus aguas e intentar observar la avifauna y los bosques de la zona.
Un desvío en la carretera cerca de la tabanca Madina Atché llega hasta unas chozas donde habita una familia de pescadores que han sido contratados por el Parque para remar las canoas que llevan a los turistas por la laguna. Un pequeño embarcadero de madera sirve de comienzo de la excursión. Las vistas que se tiene en este punto son espectaculares.
El objetivo del Parque es preservar los humedales de agua dulce de esta región, de abundante vegetación acuática y rica biodiversidad animal.
La superficie forestal del Parque comprende más de 37.000ha..
Aunque ahora no es época de paso de aves (sucede a partir de mayo) con tanta agua como queda (ya han pasado las lluvias) es posible aún ver bastantes especies.
Estuvimos navegando y disfrutando de la tranquilidad de sus aguas -sin duda alguna gracias al palista- llenas de nenúfares, peces saltando entre las hojas flotantes, algún que otro pequeño caimán tomando el sol que al vernos reculaba para esconderse, y observando el revolotear de diferentes aves como la Garceta negra, Garzas, Patos y algunos pelícanos.
Paramos en un observador, ahora en mal estado, para escuchar los diferentes sonidos producidos por las aves y la cantidad de ranas que habitan por esa parte de la laguna. Y poco más.
Al atardecer el paisaje se volvió todavía más bucólico mientras observábamos la caída del sol a través de las ramas de los enormes árboles y la lenta aparición de la bruma desde el bosque.
Durante la vuelta nos calló la noche, momento para cenar en uno de los puestos de comidas callejero, luego unas cervezas en un bar con mesas y sillas en el exterior mientras observaba el movimiento de la gente y retirada pronto porque había que levantarse temprano para seguir la ruta marcada.
A varias horas de Buba, pero más complicado para llegar si no se tiene transporte propio -y mejor si se trata de un buen 4x4-, se encuentra otro Parque Nacional muy interesante para visitar: el Parque Nacional de Cantanhez, mi siguiente destino en esta zona S. del país..
Como me pasaron el número de teléfono del Sr. Beko, director del Parque, por la noche lo llamé para pedir información acerca de cómo llegar y comunicarle mi intención de dirigirme al día siguiente hasta allí para pasar varios días allí. Como se encontraba en Bissau gestionando me comentó que él llamaría a los guarda-parques para darles instrucciones para que prepararan un lugar donde alojarme. 
En Buba es muy complicado encontrar transporte público hasta Jemberen, la aldea que se encuentra junto al Parque Nacional, por lo que habría que intentarlo en Quebo.
Así que, a primera hora de la mañana me dirigí al paragem de Buba en busca de transporte hasta Quebo y desde allí encontrar a alguien con una moto que me quisiera llevar, como así sucedió casi de inmediato (23.000Cfa./2h30min.). Tomamos diferentes senderos que atravesaban varias tabancas, bosques y zonas protegidas pertenecientes al Parque Nacional.
Al llegar al Parque esperaban mi llegada porque Beko había dado aviso como me había dicho por teléfono.
Me dieron una habitación de dos camas con mosquitero y baño compartido (10.000Cfa.).
En otra habitación se encontraba Marina, una investigadora cooperante catalana que estudia a los chimpancés de esta parte del país desde hace varios meses, que me introdujo tanto en la comunidad como en lo referente a la fauna que habita en este Parque.
Se trata de un campamento con una vivienda de varias habitaciones con baño compartido y varias chozas individuales con baño interior. Agua corriente las 24h., una terraza-restaurante con cocina en el exterior, una pequeña piscina en desuso y un amplio jardín con enormes árboles. Hay luz sólo de 19:00 a 23:00.
Seydo, el guía que me acompañaría en las diferentes entradas por los senderos del interior (5.000Cfa.), me pondría al tanto de todo lo que nos íbamos encontrando.
Una salida a las 8:30 de la mañana para ver el interior del bosque Semi-Primario, conocer algunos de sus enormes árboles y de paso procurar, tras detectar huellas de algún chimpancés, verlos en acción pero sólo pudimos oírlos muy cerca tras la espesa vegetación. Esa mañana no observamos mucha vida animal, encontramos algunas familias de Macacos, Ardillas, Turacos de cola negra, Águilas, Mariposas de diferentes tamaños y colores y, eso sí, pudimos escuchar una gran variedad de sonido de otras aves pero sin poder verlas directamente.
Con mucho más tiempo y pasando varios días en el bosque es posible observar otros primates como el Mono verde, Babuinos, Monas de Campbel, Colobos Blancos y Negros, o Rojos, Galagos, Monos Patas....
Mamíferos como Gacelas, Cervales, Cabras del bosque, Mangostas, Ratas de Gambia, Puercoespines, Gatos Lagaro, y aves como Baranos, Garzas, Murcielagos, Buitres (aunque más cerca de las zonas habitadas).
A las 5:30 de la mañana siguiente nos pusimos en marcha hacia el interior del bosque, tras media hora a pie por un sendero poco transitado, para observar el despertar de una familia de chimpancés que dormían en unas copas de palmeras.
Nada más amanecer nos situamos silenciosamente muy cerca de las palmeras donde se encontraban durmiendo. Tras casi una hora de espera y observando sus ligeros movimientos solamente pudimos verlos descender y perderse entre la espesura.
Una lástima porque duró poco tiempo el contacto pero mucha suerte porque otros visitantes anteriores no pudieron localizarlos durante los días que estuvieron en el P.N..
La tranquilidad con la que se vive en Jemberen se transmite al conjunto del P.N..
Jemberen es el típico poblado africano atravesado por una carretera de tierra en muy mal estado, casas y tiendas (con precios económicos) a los laterales donde la vida familiar se desarrolla prácticamente frente a las viviendas particulares. Las mujeres colocan los calderos sobre el fuego para hacer la comida (muchas familias solo comen una vez al día), lavar o sacar agua de los pozos, los mayores están sentados a la sombra compartiendo, los más jóvenes van a la escuela y los menos van en busca de ramas secas al interior del bosque.
Tienen sus propios huertos donde predominan los tubérculos como las batatas, papas, mandioca, pimientos, ocra, tomates, colescebollas...
y frutas como papayas, bananas, sandías, naranjas, limas, piñas...

Las tabancas, muchas de ellas en el interior del Parque, son de menos de media docena de cabañas de paredes de ladrillos de barro y techos de rafia o corrugados de metal. Las habitaciones apenas tienen muebles, muchas sin luz eléctrica (que viene de 19:00 a 23:00 para los que tienen más poder adquisitivo), otras con paneles solares para varios bombillos.
Tienen diferentes habitáculos en el exterior para la cocina, el baño o retretes.
La vida en el pueblo, como en todo el país, comienza al amanecer (06:30) y concluye poco antes de anochecer (18:30), cuando el griterío de los más pequeños se manifiesta por las polvorientas calles.
Todos los días, a las 8 de la noche junto a una hoguera comienza el recital de los pequeños con las tablas del Corán. El que se equivoca se lleva varios azotes que los deja llorando (hasta que lo aprenda!).
La gente es muy social (salvo unas pocas excepciones) y alegre.
El transporte público hasta este poblado es prácticamente semanal y las motos particulares son el medio mas usado de locomoción.
La mañana que iba a marchar del Parque tenía programada una salida también muy temprana hacia el bosque en busca de otros chimpancés pero la noche anterior me comentó Seydo que habían sido localizados muy lejos y de complicado acceso por lo que desistimos finalmente.
La vuelta a Quebo, nuevamente en Moto (15.000Cfa.), y desde allí hasta Gabu duró prácticamente todo el día, con cambio de Minibus a 7place en Bafatá y las consiguientes infinidad de paradas a lo largo del recorrido.
Las carreteras por esta parte del país están asfaltadas pero llenas de enormes baches que hace la conducción lenta.
En Gabu me quedé en el hotel Visiom (10.000Cfa./cama doble, ventilador y baño interior), cerca del paragem de los vehículos que van hacia las fronteras con Senegal y República de Guinea.
Esta es una típica ciudad fronteriza con la calle principal llena de tiendas, mercado tradicional y cientos de personas de un lado a otro haciendo sus compras. Aquí se mezclan comunidades de los tres países haciéndola muy colorida y bulliciosa. Destacan algunas edificaciones coloniales que corroboran la cantidad de dinero que por esta zona se mueve.
Apenas tiene encanto. Es muy sucia y poco cuidada.
Y en esta ciudad acaba mi paseo por Guinea Bissau. Maña
na intentaré coger un vehículo que me lleve hasta la frontera para comenzar una nueva ruta por las montañas del N. de la República de Guinea (o Guinea Conakry).
He cambiado algunos Euros por Francos de Guinea a un cambista en el paragem a un precio por debajo del oficial (1€ = 9.937FG. / 1€ = 11.000FG.) intentando al menos tener una cantidad que me permita entrar en el país y luego allí cambiar a mejor precio.
Tan solo queda las nuevas sorpresas que me pueda deparar desde mañana la última Guinea que me falta por conocer: la República de Guinea.